Ahora que nos despojamos de prejuicios, podemos analizar las bondades o perjuicios del sistema de concursos abiertos periódicos. Esencialmente, la idea subyacente es que si cada 3 años (docentes auxiliares) o 7 (profesores) se busca el mejor docente/investigador para una cátedra/área, y se lo elije independientemente de que esté o no en el cargo, el sistema mejorará indefinidamente. Resta definir, por supuesto, qué es “mejor”. Parecería que el criterio es quien-tenga-más-papers-en-revistas-internacionales-de-alto-impacto. Al menos en aquellos casos, no muchos, en los que el amiguismo y el clientelismo político no predominan.
Este método sería el equivalente a ir cambiando las lamparitas de una casa, una a una, por otra más luminosa, con la idea de que progresivamente tendremos cada vez más luz. Sin embargo, este concepto no tiene en cuenta que a veces la luz emitida depende no sólo de la calidad de la lamparita sino también de la tensión domiciliaria: ¿quién garantiza que el recién llegado post-doc del MIT que, con financiamiento de primer mundo y sin hacer docencia, producía 3 papers por año, los seguirá produciendo cuando además deba hacer docencia, llenar la categorización de incentivos, pedir la factura que diga “préstamo BID” y llegar a fin de mes con un sueldo miserable? Además, claro, de preocuparse por no perder el laburo ante el próximo recién llegado del MIT.
Por otra parte, cambiar un docente que escribe 2 papers por otro que escribe 2,5 puede significar desmantelar un grupo de investigación, cerrar un laboratorio, dejar becarios o tesistas sin director. ¿Qué hacemos con ellos? Recordemos que la “periodicidad de cátedra” se aplicaba, aún en el concepto de los milicos fusiladores, a facultades que formaban profesionales liberales. ¿Es aplicable a una facultad donde se hace investigación? ¿No corremos el riesgo de destruir en un día de concurso lo que se construyó en 7 años o más de trabajo?
¿Qué tipo de facultad fomenta este sistema? Permítasenos denominarlo una facultad menemista. Una facultad donde todos competimos con todos. Muchos estamos pensando al concurso de renovación de quién nos presentamos, a ver si conseguimos trepar un escalón más (de hecho, quienes se prestan al trabajo de buitres-académicos y andan por la vida moviéndole el piso a sus colegas tienen mayor probabilidad de ingresar y/o progresar que quienes jamás soñarían con soplarle el trabajo a un compañero de oficina). Estamos permanentemente compitiendo entre nosotros, preocupados por la productividad, como quería Cavallo, que ahora se mide en papers. Todos, claro, menos aquellos que se convierten en alcahuetes del poder, y trepan o subsisten gracias a hacer favores a los poderosos. Como los Consejeros de graduados del oficialismo, que tienen una probabilidad de ser nombrados profesores mucho mayor al promedio (y no sólo los graduados, claro).
Nosotros creemos, en cambio, que la investigación y la docencia, como cualquier actividad humana, necesita ser colectiva para ser verdaderamente creativa. Que si en lugar de pensar cómo publicamos más que el prójimo, pensamos cómo producimos más junto con el prójimo, la investigación en la Facultad va a crecer. Que si nos liberamos del fantasma de perder el cargo, vamos a poder producir mejor ciencia. Y que si en lugar de investigar lo publicable en la revista de mayor impacto, con un ojo en el próximo concurso, investigamos lo que tenga más impacto en la sociedad que nos rodea, nuestro trabajo será infinitamente más útil.
Por supuesto, hasta acá prescindimos de un hecho fundamental. Los investigadores y docentes somos, antes que nada, seres humanos. Como tales, tenemos los mismos derechos que los otros seres humanos. Tenemos derecho a la salud, a educar a nuestros hijos, a poder prever el futuro. Tenemos derecho a saber que si cumplimos con nuestra obligación, tendremos asegurado nuestro trabajo. Cuando el oficialismo habla de los derechos de los trabajadores, por supuesto, se olvida del derecho a la estabilidad laboral, a no ser despedido sin justa causa. ¿Defendería Etchenique que se eche a un tornero porque llegó otro “mejor” a la fábrica? ¿Que se eche a un albañil porque hay otro que levanta paredes un poco más rápido? El concepto subyacente en toda esta discusión es que nosotros no somos trabajadores. Sin embargo, con nuestro sueldo comemos y mantenemos nuestras familias, igual que el resto de los trabajadores.
Por último, Etchenique insulta nuestra inteligencia, una vez más, cuando dice: “Pretender que la finalización de un cargo por 3 o 7 años es un despido es parte de la campaña de desinformación y mentiras previa a cada elección de claustros”. En cualquier lugar del mundo, en cualquier rama de la actividad, cuando una persona trabaja en relación de dependencia por 3 o 7 años, y muchas veces más que eso, y no le “renuevan” el contrato, está despedida. El invento del “contrato” es parte del imaginario menemista, y fue utilizado para bajarle costos a los empresarios, a costa de los trabajadores (también es usado así en la FCEN. Según confesó un funcionario de la gestión, las maestras del jardín maternal tienen cargos docentes “porque así las podemos echar más fácil”). Cabe resaltar que 99% de los casos en los que se dejó a docentes en la calle no fue porque "no cumplieron con las tareas", como dice Etchenique. La prueba es que los jurados no dejan a los despedidos fuera del orden de mérito, que sería el modo de decir que no son aptos para el cargo. ¿O no cumplieron, pero sí son aptos?
Finalmente, aclaramos una vez más: no pretendemos que los ñoquis continúen en los cargos sin trabajar. No buscamos “congelar la nómina de docentes, y que no entre nadie más (y que nadie más ascienda)”. Simplemente no creemos que la docencia e investigación universitarias deban ser un sistema de puertas rotatorias, donde hay que echar a unos para meter a otros, que luego serán echados a su vez, a menos que se hagan amigos del poder, en cuyo caso serán favorecidos con concursos truchos.
Sería bueno que en su inevitable respuesta Etchenique deje de atribuirnos conceptos que nunca defendimos. Aunque no somos optimistas al respecto, el escorpión no puede vencer a su naturaleza. Claramente él piensa que los que nos oponemos a su visión sobre el sistema de concursos lo hacemos porque somos mediocres. ¿Creerá además que somos estúpidos?
Si Etchenique está tan preocupado por el ingreso al sistema científico/docente de los “que no tienen cargo porque "llegaron tarde"”, debería luchar por más presupuesto, para más cargos y mejores sueldos, además de muchas otras cosas imprescindibles. Algo que el oficialismo de la facultad se niega a hacer, porque están muy preocupados en quedar bien con el gobierno. Por eso no sólo no apoyan las luchas por mayor presupuesto y mejores sueldos, sino que boicotean a los demás cuando luchan. ¿O no recordamos a Etchenique, cuando la huelga triunfante de 2005, contándonos en las asambleas cómo le alcanzaba el sueldo y lo bien que vivía? ¿O no recordamos los mails del oficialismo, en esa huelga y las que siguieron, llamando a no parar y a no concurrir a las marchas?